Todos alguna vez hemos oído hablar de Amy Rose, ¿verdad? La eriza rosada obsesionada con Sonic. Pero... ¿De verdad la conocen? ¿Acaso alguno sabe algo de su pasado, antes de unirse al Sonic Team? ¿No? En ese caso, echemos un vistazo atrás en el tiempo y el espacio. ¿Listos? ¡Pues empecemos!
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Era mediados de primavera y Mercia resplandecía con la gama de colores y aromas. Sus habitantes, tanto niños como mayores, se entretenían pasando sus ratos libres en las calles. Eso si, procurando seguir su horario previsto. Aunque no todos estaban en la labor de cumplir todas sus tareas...
El taconeo sonaba rápido y pesado. Dalia, el ama de llaves, se las ingeniaba para no tropezar con las faldas del vestido y caerse en algún escalón. Peldaños más abajo, y descendiendo la escalera de tres en tres, encabezaba la carrera una joven eriza.
- ¡Señorita Amelia! ¡Regresad aquí inmediatamente o haceros cargos de las represalias! - Pero Amelia, calzada con botas de montar, disfrutaba de una ventaja considerable frente a su perseguidora.
- ¡ No desesperéis mujer, en hora y media me tendréis de regreso! ¡ Ya se que no podéis vivir sin mí!
- ¡ Niña insolente!
Giro la esquina y se lanzó a abrir la puerta, en dirección a las cocinas. Entre el ir y venir del servicio ( Y sus ropajes: mallas, un pequeño corpiño y una chaqueta azul marino oscuro) nadie reparo en su presencia. Solo cuando los rayos del Sol la cegaron, solo ahí, pudo respirar tranquila. Camino sin prisa hacia las cuadras con el fuerte deseo de salir a cabalgar. Al entrar, solamente estaba Mighty. El joven armadillo era el encargado de cuidar y amaestrar a los caballos.
- Buenos días, señorita Rose
- Déjate de bobadas, Mighty que nos conocemos - El armadillo se rió ante el carácter de su amiga.
- Con los años te estás volviendo una gruñona, Amy- Ella sacudió la cabeza y puso los ojos en blanco.
- Y tu cada día más descerebrado. Hay por Caos, trae acá- Le robo de las manos el cepillo y le hizo a un lado- Sabes que a Yerik no le gusta que le cepillen así. Sino de arriba abajo, con suavidad. – Mighty la miraba fascinado cepillar la crin caoba del animal. Entonces descendió la mirada y le sorprendió el no encontrarse con la eriza rosada plana y con menos curvas que una regla. Sino un perfil marcado por las curvas de sus senos y las caderas.
- ¿ Entiendes? ¿eh? *le sigue la mira* ¡MIGHTY!
- ¿ Eh qué? ¿Qué ocurre?
- ¡¿ Me mirabas los pechos?!- Ante la acusación sus mejillas se ruborizaron, rehuía la mirada y empezaba a atorarse al hablar.
- Que cosas tienes mujer, bueno, "niñita", aun te queda mucho por madurar y soñar para que llegue el día que YO haga tal cosa- Los nervios le ahogaban el pecho y empezó a abrirse parte del pañuelo.
- Te recuerdo que soy 2 meses mayor que tú.
- ¡ Qué campeona!
- Que te zurcen, me voy con Tundra. Al menos ella es mejor compañía *le saca la lengua*
- ¡ Esa yegua tuya me tiene manía! ¡Mira que marcados me los dejo esta vez! – Alzo la mano luciendo la media luna a causa de la mordedura del animal.
- Es lista como la dueña
Mighty se volvió a reír y Amy se fue molesta en busca del caballo. La encontró pastando a escasos metros de las caballerizas. Silbo y el animal levantó las orejas al reconocer la melodía. Amy la saludó a lo lejos y Tundra troto hasta ella.
- ¿Qué tal está mi estela negra?- Acarició el morro azabache y Tundra relinchó dócil cual minino - ¿Ese armadillo pesado te volvió a molestar, eh? Hiciste bien en morderlo hahaha. ¿Lista para dar una vuelta?
Tundra esperaba el día entero para oír esa frase. Sin aguardar un segundo, se aparto lo suficiente para que Amy montase sin problema. Y en cuanto se hubo agarrado, ambas salieron desenfrenadas campo a través. Amy daba palmaditas en el cuello a Tundra para que acelerase el paso, orden que el animal acataba con gusto. Desde que era una potrilla, había amado la libertad tanto como las manzanas. Llegaron hasta las cuencas del río y emprendieron el regreso a casa.
Horas después de aquello, Amy procuraba mantenerse sentada mientras una de las doncellas jugaba y adornaba su largas púas rosas. A sus espaldas, en el espejo pudo ver reflejados los ojos marrones de su madre. Su mirada vacilaba entre la ternura y el reproche porque Amy se había escabullido de sus clases de piano y etiqueta.
- Debes empezar a ser más responsable, cariño. Sabes que tu padre y yo solo miramos por tu gran futuro en esas clases.
- Lo sé, madre - Nataly resoplo cansada de tener siempre la misma pelea. ¿A quién pretendía engañar? Sabía que dijese lo que dijese, Amelia encontraría cualquier excusa para escarparse al campo. Así que decidió olvidar y cambiar de tema.
- Hace mucho que no vemos a los tíos ni a Rob. ¿Los extrañaste?
- Si añoro a los tíos. Con tanto líos con las apertura del ferrocarril, las nuevas fábricas... La última vez que les vi en persona fue hace 2 años.
- ¿Y Rob? ¿Acaso él no cuenta?
- Bueno... Rob, si, aunque no del mismo modo... - Amy reprimió un escalofrió al recordar a ese erizo bobo. De acuerdo, la última vez que le vio, ambos tenían 12 años. Aun recordaba el dolor de su brazo roto al caerse la caseta del árbol gracias al genio de su primo.
- ¿Aun sigues molesta por el accidente de la casa del árbol? - Su madre se rió cuando Amy frunzo el ceño y el morro. - Bueno gruñona, baja en cuanto Lucinda termine de convertirte en una señorita de tu clase - Le dio un beso en la frente y salió por la puerta.
Amy refunfuño ante el comentario de su madre. ¿A quién le importaba la clase o vestir falda? Para empezar, a ella no, seguro. Lucinda termino de colocar todas las flores en las púas rosadas. Tras eso, le abrocho el corsé con saña. Tanta, que le costaba respirar. Cuando termino, inclino la cabeza y abandono el cuarto.
- Vaya. Hay que admitirlo, el vestido es bonito - Tomo con la punta de los dedos las faldas del vestido color beige. Satisfecha con su reflejo, Amy camino por el pasillo hasta el jardín.
Las voces y la música se podían oír desde mucho antes de llegar. Una vez allí, asomo la cabeza y miro a los invitados. Reconoció las caras de unos pocos: Don Gerardo de Bardómera , el alcalde de la ciudad; Algunos políticos que mantenían una charla amena sobre como enriquecerse más; Sus padres, los príncipes Robert y Nataly duques de Rose; Sus tíos, los reyes de Mercia. Respiro tranquila al no encontrar rastro del bobo de ese principito.
- ¡Amelia! ¡Oh por Caos cuánto has crecido, ven a darle un fuerte abrazo a tu tío!- Antes de poder escapar, los fuertes brazos de su tío aplastaron su cuerpo entero.
- Yo también te extrañe, tío.
- Mi niña.
- Tía - Esta vez, el abrazo fue más dulce. Amy miro a sus lados, su mirada se cruzó con la sonrisa de Mighty. Casi no lo reconocía. Llevaba una chaqueta roja y unos pantalones blancos. Parecía un soldadito de plomo que se había escapado de la caja. Lo saludo y él le hizo un gesto con la cabeza. Aún así, no encontró rastro de Rob. ¿Dónde estaría?
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Notas de la autora:
PERDÓN PERDÓN PERDÓN T__T !! Lo sé, prometí que subiría está entrada hace 2 días, lo lamento ;____;
Bueno aquí comienza la aventura, espero leer sus opiniones acerca del primer capítulo de este fanfic :D
Qué perdón ni que nada, si yo apenas me animo a leer esta noche XD (Las vacaciones me vuelven peor que floja T^T)
ResponderEliminarOoh, historia de Amy *-* Dile que me enseñe equitación, que yo apesto y los caballitos mih udiab T^T!
Seguiré leyendo a ver qué más pasa en la vida de la realeza *-*
(8) Tienen el poder y lo van a perder CX (8)
PD: Eeeh soy una lesbiana pervertida que me imaginé a Amy demasiado bien dotada e///.///eU